martes, 1 de diciembre de 2009

La vida no es cuestión de VOLUNTARISMO.


Una interesante y profunda reflexión enviada por un amigo y que nos pone a pensar sobre nuestra vida religiosa.

La vida no es cuestión de VOLUNTARISMO.



En otro tiempo me pensaba que todo se podría conseguir con esfuerzo y voluntad. Ahora, cuando los años se van acumulando, los esfuerzos son muchos, las fuerzas disminuyen y uno mismo se va dando cuenta que la voluntad propia no coincide con las voluntades ajenas... acabas por claudicar y decir ¡Qué más da!


Hace ya muchos años el sentimiento religioso me llevaba a pensar que Dios, el Dios Único vivo y verdadero, era tan exigente que si no hacías lo que tú pensabas que él quería, tu vida carecía de sentido y de plenitud, pues en el “más allá” no ibas a encontrar la paz definitiva. Ahora pasados y vividos los años, en un gran voluntarismo, descubres que ese Dios ni es juez, ni es un castigador terrible, pero además que tú no sabes ni sabrás nunca lo que El quiere de ti, ni lo que te tiene reservado en este pobre mundo. Por lo que mucho menos lo que pasará en el “más allá” En fin, que lo más cierto es que tú eres quien debe saber cómo llegar a ser feliz y eso es precisamente lo que él quiere de ti, que llegues a la Felicidad.


Pero claro, tuvimos la “suerte” de nacer en un ámbito social: familia, pueblo, colegio, nación, religión... y todo eso va marcando tu esencia- tu mismeidad- tu y tus circunstancias que diría el filósofo con tanto acierto... y vas dando pasos y haciendo la vida y proponiendo principios y virtudes que has aprendido, y el esfuerzo es tanto que hasta te cansas de ser un ”niño bueno” y te dejas llevar por el corazón. ¡Ay corazón, corazón, con tantísimas razones y sin ninguna razón! Esto lo aprendí allá por los 70 de un amigo que me hizo un estudio grafológico que me supongo que estará por algún rincón entre los miles de papeles acumulados desde entonces. Y es que en los 70 mi corazón latía con mucha fuerza, se enamoraba con mucha facilidad no sólo de la idea de Dios, ni de la Persona de Jesús, sino también de otras muchas, ¡cuántas personas...! Ana María, Merche, Maika, Margarita… algunas de manera especial, unas y unos, porque el corazón no entiende de razones, ni de tendencias amorosas. Juan, Mauro, Miguel…Y hoy cumplidos los cincuenta, pasadas las crisis de los 40 se acumulan o se liberan los sentidos. Y cuantos nombres y personas ocupan cada día este pobre corazón. ¡...y sin ninguna razón!


¡Dios mío! y todo sin sentir remordimiento alguno y no por que la conciencia haya cambiado que también será, sino y sobre todo porque el amor es lo único que cuenta en esta vida y eso lo aprendo cada día de ese maestro que es El. Y el amor encarnado, y el amor apasionado, y el amor personalizado. No creo que sea posible otro amor, ni el platónico, ni el ideal, ni el espiritual siquiera. ¿Y cómo seguir en esta vida llena de intríngulis cuando vas descubriendo que hay diferentes atajos y que todos forman el camino, el gran camino de la vida?


Señor, estoy en el año 29 desde que aquel 29 de junio nos dijeran, a mi y a otros compañeros, “sacerdote sempiterno”, y de una u otra manera ese afán de servir, de ser sincero y honesto, de vivir la entrega plena, de seguir el consejo del Maestro “no he venido para ser servido”, y desde el primer momento las dudas, ¿seré capaz?, y esto de asumir la soledad... y entraste en una comunidad religiosa esperando que esa sustituya un poquito tus ansias de amar, de compartir, de dar y de darte... y los años pasan y las incomprensiones aumentan, y te sientes obligado por la urgencia de ese llamado del Maestro. ¡Ay de mí si no lo hago! Y te esfuerzas, y gritas y parece que tus gritos molestan y por eso no son escuchados, y te van empujando y dejándote fuera del círculo hasta que un día dices. Hay otros círculos, y parece que también ahí dudas, te equivocas... Al fin uno mismo, así mismo, tiene que asumir su mismeidad, su soledad, su intimidad más profunda, lo demás es engañarse para dejar pasar el tiempo.


Y en medio de esto Tú, Señor, el ABSOLUTO, pero aunque tantas veces te has manifestado otras tantas te ocultas y me dejas en esa total soledad, me haces decir sí desconfiando, me dices que estas cerca y tú te escondes... Dios mío que mundo este, ¡qué complicado es todo! ¿Y por qué me regalaste este corazón desbocado, desmedido, descerebrado?


Y profesas unos votos de:

Pobreza y te gusta estar con los pobres y lo intentas, pero siempre aparece la disculpa y al lado del rico te sientes mejor, te trata mejor, te hace la vida más fácil, y tú te disculpas diciendo todos somos iguales, estos también me necesitan, y te hacen regalos y te compran, y los disculpas y dices ¡que generosos son! Y tú administras lo que te dan, porque te han dado la confianza para hacerlo...


Castidad, y cada día te preguntas qué sentido tiene y es que no lo encuentras, y es que no lo hay. Cuanto más amas, más amas. ¡Qué duda cabe! Y amar sólo se puede excluyendo te enamoras de uno y no de otro, rechazas visceral mente a unos y te sientes encantado con los otros.


Obediencia, ¿a quién? ¿Por qué? Si no tienen razón, si dicen una cosa y hacen otra, si se han dejado llevar por el poder, si las estructuras sólo quieren conservarse y mantenerse. ¡Si, si, si! Siempre encuentras razones para decir no, eso no, están equivocados. Y hablas y no te escuchan, y acabas diciendo, bueno pues sigo y haré lo que me parezca porque a nadie le importa lo que haga. Y ves que estás en una congregación pero que también podría ser un partido político o un club deportivo. Obediencia ¿a quién? A Él. Al evangelio... ¡Que difícil! ¡Qué exigente! Y si luego, total qué más da si cada uno hace lo que quiere, diciendo que se lo han mandado... ¿Y los criterios evangélicos? ¿Y las decisiones de los Capítulos Generales? Y aquellas asambleas donde se podía decir hacia dónde queremos caminar...


Y pasan los años y los días y la vida. Y ya son 29 y 34 y 46 y gracias a Dios no sabemos cuántos faltan para llegar a la Meta, al “más allá definitivo”. Seguiremos creciendo en la duda.


Dedicado a Rey

Madrid, noviembre de 2009.


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