domingo, 24 de enero de 2010

Tercer Domigo del Tiempo Ordinario


LA SALVACION ES PARA HOY.

Este pasaje del Evangelio siempre me recuerda el dia de mi ordenación cuando al momento de leer el Evangelio (que era proclamado en español y en otras lenguas indigenas de Chiapas), el obispo, no quiso que el pre-diácono leyera en español porque tenía que ser proclamado por un diácono. Recuerdo que al comenzar el canto de Aleluya, el padre verbita encargado de la liturgia me llama y me dice: “no tienes otra opción que ir frente al obispo y pedir la bendición para leer el evangelio porque no quiere que el pre-diácono lea el Evangelio”. Por lo que consternado por la improvisación no tuve mas remedio que levantarme y subir al estrado y pedir la bendición. Al comenzar a leer el Evangelio (que era el Prólogo de San Juan) ante unas 2 500 personas, me di cuenta lo impactante que fue ese momento, era la primera vez que toda esa gente reunida en el auditorio me veia revestido de diácono próximo a ordenarme sacerdote, la forma que en que las palabras iban fluyendo de mi boca y la forma en que las personas me veian en silencio hasta el término del Evangelio. Tanto fué el impacto que por unos momentos hubo un silencio en el auditorio y antes de que el obispo hablara, una ola de aplausos se se escucharon venir. Era el momento en que yo por primera vez me veía como Jesús enfrente de mi pueblo, el que me vio crecer. Y en cierta forma había pasado la prueba de fuego. Este pueblo me recibía como su hijo que habia regresado, despues de muchos años en el extranjero, a su pueblo a comenzar su ministerio. Ahora que estoy de regreso en mi pueblo de vacaciones, todavia, despues de casi cuatro años, muchos se acuerdan de ese momento impactante en mi vida y en la vida de los habitantes de Salto de Agua. (Se acuerdan ustedes de ese día?).

en el contexto del Evangelio, los pobres y los enfermos en tiempos de Jesús, eran receptores de puras malas noticias: “tiene que ir a empadronarse”, “hay que pagar este nuevo impuesto”, “ustedes no pueden entrar”, “la salvación no es para ustedes”.

Despúes de haber sido tentado en el desierto, Jesús fue a Nazareth, donde se había criado. Entró a la sinagoga e hizo lectura del pasaje del profeta Isaías: “El Espirítu del Señor está sobre mi, porque me ha ungido para llevar a los pobres la buena nueva, para anunciar la liberación a los cautivos y la curación a los ciegos, para dar libertad a los oprimidos y a proclamar el año de gracia del Señor”. Hasta aquí no hay novedad; este texto de Isaías ya era conocido por los que estaban ahí. La buena noticia no está en que Jesús recuerde este texto liberador, ni en una promesa de que Jesús a mediano o corto plazo, sino en que eso que anunció el profeta Isaías se cumple hoy: “Hoy mismo se ha cumplido este pasaje de la Escritura que acaban de oir”.

A lo largo de su ministerio, Jesús no hará otra cosa que anunciar la Buena Nueva a los pobres y decir de muchos modos que la salvación es para hoy: “Hoy , mañana y pasado tengo que continuar mi viaje” (Lc 13, 33). “Hoy ha llegado la salvación a esta casa” (Lc 19, 9). “Te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraiso” (Lc 23, 43).

“No dejes para mañana lo que puedes hacer hoy”, dice el conocido refrán. El Evangelio nos recuerda que la salvación es para hoy y que los cristianos tenemos mucho que hacer: pongamos hoy en práctica lo que acabamos de oir.

Reynaldo R. Román Díaz. SVD





1 comentario:

  1. Joven. me ha gustado tu recuerdo y manifestación de cariño de ese dia que resulta ser tan importante, aunque algunos no lo reconozcamos. La ordenación frente a toda una comunidad humana y viva. Tu pueblo.
    Curiosamente lo que nos une con relación a ese fragmento del evangelio de Lc es que precisamente ese el texto que se proclamó el día de nuestra ordenación. allá en Coreses un 29 de junio del año 1980.
    Enhorabuena!

    Maka

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