miércoles, 16 de septiembre de 2009

Domingo 25 del Tiempo Ordinario

LA VERDADERA AMBICION: EL SERVICIO.

No hay nada malo en ser personas con ambición. En cierta forma ser ambicioso, tener metas, nos hacen ser personas que podemos desarrollar nuestros talentos y ser personas con éxito. Pero la ambición se nos puede salir de las manos. Nos puede causar efectos que nos olvidamos de todo en el transcurso de poder llegar a nuestras metas ya sea de nuestro trabajo profesional o de nuestra propia vida personal.

Es por ello que debemos de ser conscientes de lo que sacrificamos en el objetivo de lograr nuestras metas. En el objetivo de alcanzar nuestras metas podemos sacrificar la vida en familia, la justicia, la generosidad, inclusive nuestra propia vida personal.

A veces en el objetivo de alcanzar nuestras metas podemos causar problemas a otros o simplemente nos volvemos hacia si mismos y no nos damos cuenta que podemos ser hasta cruel o injustos con nuestros semejantes.

¿De que nos sirve tener el mundo entero a nuestros pies si nos perdemos así mismos?

En el evangelio vemos como los apóstoles están discutiendo para saber quien es el más importante o el primero en el Reino de Dios. Si recordamos detenidamente el evangelio vemos que la escena no es muy edificante. Los discípulos se están dejando llevar por un egoísmo y falsa ambición que nos dejan apreciar que tan poco han aprendido de Jesús. Nos dan a conocer que tan poco han comprendido su misión. Jesús los llama a todos y les da un discurso en el significado de la grandeza.

Jesús no esta en contra de la ambición. Al contrario, la retribuye. Pero el significado de grandeza para Jesús es contrario al significado de los apóstoles. El sustituye el significado de grandeza por el de la ambición de servir a los demás. El significado no es que nos sirvan sino en el servir. En este caso, El no habla mal de aquellos que tienen una ambición en la vida, de ser personas con ideales y metas a seguir sino que también nuestras ambiciones vayan aunadas al servicio de los demás.

La falsa humildad es muy dañina en la unidad de la comunidad. Esta nace de los celos y el egoísmo. Puede ser el resultado de toda clase de comportamientos. En este caso en nuestra sociedad existen personas con esta clase de falsa humildad. Que se sirven de los demás para sus propios objetivos, su egoísmo y propia ambición. En una comunidad la falsa humildad puede producir dolorosas divisiones en los grupos o en la misma congregación.

Hay una forma saludable de ser hombre o mujeres con ambiciones de los cuales nosotros lo s cristianos no debemos de ser tímidos. Jesús no les dice a sus apóstoles que no deberían de buscar grandeza en el Reino de Dios. El les enseña donde esta la verdadera grandeza. No es en el ser el más importante de todos sino en ser el servidor de los demás, especialmente el que necesita más.

Es más fácil servir a los que ya conocemos porque sabemos que en determinado momento el o ella nos lo va a retribuir. Pero considero que el servir a alguien que realmente necesita y que tal ves no conocemos es cuando realmente nosotros nos hacemos ese esfuerzo por servir a nuestro semejante.

Jesús dice “El que acoge a un niño como este en mi nombre me acoge a mi”. Acoger en este sentido significa hacer un servicio con amor. Un niño en un sentido significa uno de los que necesita de cuidados todavía. Significado que se puede aplicar a aquel miembro de la comunidad que necesita de nuestros cuidados para fortalecer su fe.

Jesús nos enseña con su ejemplo. Si bien el tiene autoridad de Dios, el nunca usa esa autoridad para dominar a otros. Sin embargo el usa esta autoridad para servir a otros. Y ese servicio va hacia el pobre, el enfermo, el marginado, etc.

Si ustedes se ponen a pensar en aquellas personas o personajes de la historia veremos que aquellos que se les recuerda con aprecio son aquellos que tenían la ambición de servir al pueblo, a su gente, a sus semejantes, no bajo sus propios intereses pero si los intereses de la comunidad.

El servicio implica que uno ya no es uno solamente. Uno esta ahí por los demás. Así que en el orden de servicio, uno tiene que ser auto eficaz. Un servidor tiene que ser usado para ser parte de los grandes que son recordados con autoridad y aprecio.

Reynaldo Roman



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