jueves, 24 de septiembre de 2009

Domingo 26 del Tiempo Ordinario.


CONSEJOS PRACTICOS PARA UN DISCIPULADO VERDADERO.

La primera lectura nos habla de la institución de los setenta ancianos que asistían a Moisés en instruir al pueblo de Israel. Ellos recibieron de Moisés mismo el espíritu para profetizar y guiar al pueblo creyente. Este punto principal de la lectura es que el llamado de Dios no es un privilegio personal, guardado celosamente, pero para servir al pueblo.

Este punto también nos vincula a la lectura del Evangelio porque Jesús le tiene que recordar a sus discípulos la verdadera misión de su vida. Jesús hace una advertencia contra aquellos que pueden lastimar a los “pequeños” que tienen fe en El. Jesús habla de “Gehenna”, un valle maldito que ardía constantemente con la basura y deshechos que se consumían allí.

Los consejos prácticos que contiene el Evangelio fueron originalmente dirigidos a los líderes de las comunidades, tienen relevancia para todos los discípulos de Jesús. El llamado de Jesús de recibir a los mas “pequeños” nos enseña a remarcar la inclusividad del Reino de Dios. Si bien no hay que tomar al pie de la letra estas advertencias sobre la gravedad del escándalo o del pecado, si hay que afirmar que Jesús nos invita a que hay que actuar desde las raíces, done están las decisiones mas profundas del ser humano. Jesús nos enseña a purificar nuestros deseos e intenciones de toda maldad y a ser abiertos de corazón dentro y fuera de la Iglesia, para el servicio de la Buena Nueva.

En el Evangelio hay un buen número de consejos importantes y prácticos:

1. Los apóstoles han visto a un hombre, no de los del grupo, que esta sanando en su nombre. Ellos tratan de pararlo. ¿Por que? Tal ves porque ellos están celosos de su relación especial con Jesús. Recordemos que las actitudes exclusivistas y monopolizadoras son extrañas al Evangelio. Jesús les dice: “No se lo impidan”. El hecho de que el estaba actuando en su nombre significa que no estaba en contra de El. Así Jesús da una lección sobre dialogo, apertura y tolerancia que debemos de tener hacia los otros. Jesús nos enseña que Dios actúa de diferentes maneras y que hay personas con dones diferentes a nosotros pero eso no significa que están fuera de los caminos de Dios.

2. Jesús dice que todo aquel que le de un vaso de agua no se quedaran sin recompensa. El vaso de agua es un símbolo de una pequeña buena obra. La oportunidad de dar a alguien un vaso de agua es en cierta forma un acto de gentileza que puede saciar la sed a alguien que esta sediento. Es un acto pequeño pero muy significativo. Es hacer sentir a alguien que es bien recibido y que le regalas algo que se recibe con agradecimiento. Los pequeños actos no son por su naturaleza “grandes”. Ellos tienen algo de cualidad que nos simbolizan el calor humano. Todas las buenas obras que salen desde nuestro corazón representan el calor humano y el servicio cristiano que hemos adquirido.

3. Cuando Jesús habla sobre el pecado del escándalo- que causa a otros pecar. El hace la advertencia a aquellos que inducen a otros “pequeños” a desviarse de los caminos de Dios. Pensemos en los crímenes que se han hecho a los más desprotegidos, a los indocumentados, a los discapacitados, a los menores de edad, la corrupción en los gobernantes, etc., ya sea por negligencia o abuso. Jesús nos enseña a que no dejemos pasar estos problemas sociales que solamente dañan la comunidad donde vivimos.

4. Jesús habla sobre las causas de los pecados en nosotros mismos. Las ocasiones de pecados deben ser cortadas desde las raíces. Jesús exhorta a todos a esforzarnos en tratar de evadir el pecado- aquello que nos separa de Dios. Jesús nos enseña que seguir los caminos que nos conducen a Dios es algo que nos suscita sacrificio pero es algo grandioso.

Ante estos consejos prácticos, ¿Qué es lo que hay que hacer?

Se debe tomar una decisión radical. No se puede aspirar a la connivencia entre el bien y el mal, no se puede pretender andar en los caminos de Jesús y al mismo tiempo con los antivalores. Puesto que el valor mayor para un discípulo es Jesús, es a él a quien buscará, aún a costa de grandes sacrificios. Lo que justifica el sacrificio es el hecho que hay un valor mayor; siendo así, este tipo de pérdida en la práctica es una ganancia: “Quien pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará” (8,35).

De ahí que un discípulo debe velar por su comportamiento, teniendo en cuenta la influencia que éste puede tener en el prójimo. Lo que está en juego, en última instancia, es la meta del camino: el “entrar en la vida” (=en el Reino) o el frustrar nuestra existencia (=lo que se llama infierno existencial: el dolor insoportable, profundo y violento por no haber podido lograr la meta de la vida).

Por lo tanto, el discipulado es un camino hacia la vida, una entrada en el Reino. Este es el sentido definitivo del “seguimiento” del camino de Jesús y si no era para llegar hasta la plenitud, entonces no tendría sentido.

Es aquí donde la enseñanza básica sobre el servicio a todos se convierte también en un llamado de atención al necesario servicio a sí mismo: trabajar por la propia salvación velando hasta el final por la fidelidad al camino de Jesús.

Reynaldo Román


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