viernes, 2 de octubre de 2009

Caminos hacia una auténtica democracia


Caminos hacia una auténtica democracia Costa Rica, 4 Oct. 09 (Eco Católico)



I- INTRODUCCIÓN

“UNA DEMOCRACIA SIN VALORES… SE VUELVE FÁCILMENTE UNA DICTADURA
Y TERMINA TRAICIONANDO AL PUEBLO”.

1. “La mejor manera de llegar a una política auténticamente humana es fomentar el sentido interior de la justicia, de la benevolencia y del servicio al bien común”. Con estas palabras, el Concilio Vaticano II reconoce en la política una noble acción humana si se funda en una correcta jerarquía de valores y aspira a servir y a defender los derechos fundamentales de la persona, de las familias y de los grupos que constituyen la sociedad civil.

2. Fiel a esta convicción y de frente al actual proceso electoral, la Conferencia Episcopal de Costa Rica quiere ofrecer, a la luz del Evangelio y de la Enseñanza del Magisterio de la Iglesia, algunos criterios éticos que orienten la participación responsable y activa de todos los ciudadanos y las ciudadanas, pero, en especial, de los cristianos, a fin de que estos ponderen, con coherencia, entre los valores que inspira el seguimiento del Señor y las opciones políticas por favorecer. “La vida cristiana no se expresa solamente en las virtudes personales, sino también en las virtudes sociales y políticas”.

3. Fundamentados en el sano pluralismo que caracteriza la sociedad costarricense, apelamos para que esta Verdad del Mensaje Cristiano, que se encuentra en la raíz misma de nuestra identidad cultural, sea expuesta en estos foros políticos, en los que, en ocasiones, se absolutizan dogmáticas posiciones ideológicas y no pocas veces, por prejuicio antirreligioso, se cohíbe el diálogo razonable y respetuoso, en detrimento del mismo proceso democrático.

4. Sobre este punto, resulta significativo afirmar que: “Es de justicia que pueda la Iglesia en todo momento y en todas partes predicar la fe con auténtica libertad, enseñar su doctrina social, ejercer su misión entre los hombres sin traba alguna y dar su juicio moral, incluso sobre materias referentes al orden político, cuando lo exijan los derechos fundamentales de la persona o la salvación de las almas, utilizando todos y sólo aquellos medios que sean conformes al Evangelio y al bien de todos según la diversidad de tiempos y de situaciones.”

5. Ciertamente, la Iglesia no tiene soluciones técnicas que ofrecer y no pretende “de ninguna manera mezclarse en la política de los Estados.” No por eso, renuncia a la misión de verdad que cumple en todo tiempo y circunstancia a favor de una sociedad a la medida del hombre, de su dignidad y de su vocación: “La política es más que una simple técnica para determinar los ordenamientos públicos: su origen y su meta están precisamente en la justicia, y ésta es de naturaleza ética.”

6. Se resta fuerza a la democracia cuando se excluye la religión del ámbito público; de hecho, cuando esto acontece: “La vida pública se empobrece de motivaciones y la política adquiere un aspecto opresor y agresivo (…) La razón necesita siempre ser purificada por la fe, y esto vale también para la razón política, que no debe creerse omnipotente.”

7. Cuando se pierde el sentido de Dios, también el sentido del hombre queda amenazado y contaminado, como afirma el Concilio Vaticano II: “La criatura sin el Creador desaparece (...) Más aún, por el olvido de Dios la propia criatura queda oscurecida”.

8. Así pues, queremos con esta reflexión hacer nuestro aporte para que el proceso electoral signifique un avance real hacia una democracia que potencie una auténtica identidad ciudadana, entendida como la forma de integración legal, política, económica e intercultural de la persona en una comunidad.

II- CAMPAÑA POLÍTICA: UN MEDIO Y NO UN FIN…

9. Durante el proceso electoral, las agrupaciones políticas pondrán en práctica diferentes estrategias para influir en la decisión de los ciudadanos. Esta acción, cada vez más sofisticada, debe permitir a los votantes profundizar las distintas propuestas políticas y, así, con conciencia crítica, elegir a sus representantes; ideal que no siempre se alcanza.

10. Paradójicamente, ya sea por la escasez de ideas o incapacidad de difusión de estas en la contienda política, el ideal de formar ciudadanos ilustrados, activos y deliberantes, cuyo voto sea fruto del logos (λóγος: razonamiento) y no, únicamente, del pathos (πάθος: pasión), es más un anhelo que una realidad.

11. Interpretando el sentir de nuestro pueblo, como ciudadanos queremos ver cambios radicales en esta campaña política, por lo que esperamos una contienda cívica transparente, un proceso generador de ideas, que tenga como base los principios de igualdad, de libertad, de pluralismo y de auténtica tolerancia.

12. Esta situación ha propiciado que en amplios sectores de la población, especialmente entre los jóvenes, crezca la apatía por la política o por la democracia como sistema, “pues las promesas de una vida mejor y más justa no se cumplieron o se cumplieron sólo a medias”.

13. En la política, como en todos los quehaceres humanos, los cristianos debemos actuar según las exigencias dictadas por la virtud de la prudencia, que nos lleva en primer momento a clarificar y valorar, maduramente, la situación; luego a analizar y a juzgar esta realidad, para así, finalmente, discernir entre las acciones por llevar a cabo. La prudencia “es, en definitiva, una virtud que exige el ejercicio maduro del pensamiento y de la responsabilidad, con un conocimiento objetivo de la situación y una recta voluntad que guía la decisión.”

14. De frente al proceso electoral que se inicia y en aras del fortalecimiento de las instituciones democráticas, los Obispos de la Conferencia Episcopal de Costa Rica hacemos un respetuoso llamado a los dirigentes políticos, para que en esta campaña se suscriba un pacto ético-electoral, como condición esencial para la sana discusión, con el propósito de garantizar la calidad de un debate sereno y respetuoso, capaz de propiciar un ambiente de confianza y convivencia pacífica, de conformidad con nuestra reconocida cultura democrática.

15. Este pacto ético electoral, más que un listado de buenas intenciones, compromete a los partidos políticos a:

Garantizar que este proceso electoral se caracterice por el debate, la discusión de las ideas y no por los ataques o las injurias.

Desarrollar una campaña electoral que inspire el fortalecimiento de la democracia y la unidad nacional. Esto conlleva también a desterrar todo acto de violencia física y verbal en cualquiera de sus manifestaciones y, más aun, cualquier insinuación de acción intimidatoria.

Propiciar la sana competencia y no la hostilidad. Por eso, apelamos a que los partidos se alejen de toda manipulación política propagandística ilegal o inmoral, particularmente aquellas ejecutadas por terceras personas o grupos de poder.

Presentar ante los costarricenses los distintos “programas de gobierno”, a fin de discernir el plan para el desarrollo de la República o “proyecto país” por ejecutar en los campos de la salud, educación, seguridad, equidad social y vivienda, así como en las políticas que promuevan el acceso a la tierra, el uso racional y justo del agua, además de una visión integral de la situación de nuestras zonas costeras, entre otros temas. Dicha acción permitirá conocer si estos planteamientos se orientan hacia políticas que beneficien a todos, mediante un crecimiento sostenido y un reparto equitativo de la riqueza o, por el contrario, si son motivadas por una simple ambición de poder o intereses de personas o de grupos. Una visión a largo plazo es señal positiva de que una agrupación política está por encima del nefasto electoralismo.

Finalmente, promover la vigilancia legítima y lícita de la procedencia de los fondos de la campaña y rechazar todo financiamiento cuyo origen sea dudoso.

16. Es primordial recordar que los votantes tenemos derecho a exigir material cierto y seguro sobre la oferta de los partidos políticos y no simple información cosmética.

17. Si bien, recientemente, el Tribunal Supremo de Elecciones (TSE) reafirmó en una resolución la libertad de las organizaciones privadas a seleccionar a los participantes en un debate, “siempre y cuando la exclusión de los contendientes no resulte arbitraria o discriminatoria” , no podemos ignorar que la información se encuentra entre los principales instrumentos de participación democrática, por lo que animamos a los medios de comunicación privados a ser consecuentes con el Estado Democrático Social de Derecho en el que vivimos y, en aras de la igualdad y libertad de información, promuevan, creativamente, otros espacios donde los votantes conozcan todas las propuestas políticas y no, exclusivamente, aquellas que, por escogencia de estas empresas, cuenten con la posibilidad de presentar sus ofertas políticas. Esta praxis, sin duda, induce y limita la opinión electoral.

18. A todos cuantos dirigen y laboran en los medios de comunicación masivos, los animamos a vivir su profesión como un servicio a la verdad, al bien común y a la democracia, impulsando a los hombres y las mujeres a ser conscientes de su dignidad.

19. Esta reflexión ética alcanza también a los nuevos recursos de comunicación que son fruto del avance tecnológico. A pesar de la brecha digital, los canales alternativos de comunicación, tales como Internet, los foros, los chats, los blogs y las redes sociales, son utilizados hoy tanto por partidos como por particulares, y se han convertido en eficaces herramientas de acción y participación política.

20. Si bien con plena convicción apoyamos la libertad de expresión y el libre intercambio de ideas, apelamos, no obstante, a quienes se involucran en estos medios a no únicamente estar presentes en la red, sino a estructurar un mensaje eficaz que ofrezca contenidos de calidad a los usuarios: “La ideología de libertad radical es errónea y nociva, al menos para legitimar la libre expresión al servicio de la verdad.”

21. Al mismo tiempo, instamos a las casas encuestadoras a manifestar transparencia en los métodos de realización de las encuestas que apliquen en este proceso electoral, de manera que exista siempre concordancia entre los hallazgos y la presentación de estas, además de la rigurosa continuidad en la formulación de las consultas, la selección de las muestras y la consecuente interpretación y publicación de los datos. Es igualmente necesario que estas empresas no sean asociadas a las tendencias políticas o representen intereses de grupos de poder; de lo contrario, estos valiosos instrumentos corren el riesgo de ser valorados como meros medios propagandísticos, en detrimento de su credibilidad.

III- EL HOMBRE ES EL AUTOR, EL CENTRO Y EL FIN DE TODA
LA VIDA ECONÓMICO-SOCIAL

22. En la etapa electoral, el tema del desarrollo humano adquiere especial vigencia, ya que los distintos partidos políticos suelen exponer sus criterios, exclusivamente, en cuanto a los principios económicos, sociales y políticos que posibilitarán su consecución.

23. Como nos recuerda el Papa Benedicto XVI: “El desarrollo necesita ser ante todo auténtico e integral. El salir del atraso económico, algo en sí mismo positivo, no soluciona la problemática compleja de la promoción del hombre…”

24. El desarrollo no es un objetivo por alcanzar; más bien, es un camino por recorrer. Sólo hay un auténtico desarrollo cuando las personas tienen las oportunidades de conseguir sus más importantes deseos y necesidades, y, ciertamente, esto pasa por la puesta en práctica de políticas que reconozcan y sitúen el valor de la persona humana en su centro.

25. En Costa Rica, la verdad, la libertad, la justicia, la solidaridad y el amor como valores sociales, han sido los principios rectores que han permitido recorrer el sendero del desarrollo hasta hoy.

Este proceso electoral es una ocasión privilegiada para reencontrar y consolidar los altos valores que cimentaron nuestra Patria desde su origen y que lograron que prevaleciera la lógica del compartir y de la solidaridad sobre el individualismo, en aras de la justicia y del desarrollo equitativo.

26. Sin embargo, también en nuestro país, la vida social en convivencia armónica y pacífica se ha deteriorado gravemente. Con dolor y gran preocupación, vemos: “el crecimiento de la violencia, que se manifiesta en robos, asaltos, secuestros, y lo que es más grave, en asesinatos que cada día destruyen más vidas humanas y llenan de dolor a las familias y a la sociedad entera. La violencia reviste diversas formas y tiene diversos agentes: el crimen organizado y el narcotráfico…, la violencia común sobre todo en la periferia de las grandes ciudades, violencia de grupos juveniles y creciente violencia intrafamiliar. Sus causas son múltiples: la idolatría del dinero, el avance de una ideología individualista y utilitarista, el irrespeto a la dignidad de cada persona, el deterioro del tejido social, la corrupción incluso en las fuerzas del orden, y la falta de políticas públicas de equidad social.”

27. Los graves signos de desarticulación social y el deterioro institucional que experimentamos, nos obligan a replantear el concepto de desarrollo: “que no coincide ciertamente con el que se limita a satisfacer los deseos materiales mediante el crecimiento de los bienes, sin prestar atención al sufrimiento de tantos y haciendo del egoísmo de las personas y de las naciones la principal razón”. Para ser auténtico, el desarrollo debe ser integral; es decir, promover a todos los hombres y a todo el hombre: “Cuando prevalece como motivación central la lógica del lucro, aumenta la desproporción entre pobres y ricos (…) Por el contrario, cuando prevalece la lógica del compartir y de la solidaridad, se puede corregir la ruta y orientarla hacia un desarrollo equitativo, para el bien común de todos”.

28. En la vida económico-social deben respetarse y promoverse la dignidad de la persona humana, su entera vocación y el bien de toda la sociedad “porque el hombre es el autor, el centro y el fin de toda la vida económico- social.”

29. En este proceso electoral, es necesario escoger los caminos que ayuden a cimentar una convivencia social pacífica y respetuosa de la dignidad de las personas. Es el momento para poner en práctica las enseñanzas de San Pablo, al instarnos a no dejarnos dominar por el mal…“Por el contrario, vencer al mal, haciendo el bien.”

IV- LA VIDA HUMANA, EJE FUNDAMENTAL DEL VERDADERO DESARROLLO

30. Benedicto XVI, en su encíclica Caritas in Veritate, nos enseña que uno de los aspectos más destacados del desarrollo actual, es el tema del respeto a la vida, “que en modo alguno puede separarse de las cuestiones relacionadas con el desarrollo de los pueblos”. Ya Pablo VI nos recordaba que: «El verdadero desarrollo, es el paso, para cada uno y para todos, de condiciones de vida menos humanas, a condiciones más humanas».

31. Ambas afirmaciones nos llevan a hacer un profundo llamamiento a quienes se postulan para la elección de cargos públicos, para que, decididamente, se comprometan a implementar políticas inclusivas, en consonancia con el reconocimiento del valor de la vida humana como eje del desarrollo, y esto exige ponerse de lado de quienes sufren: “Entre ellos, están las comunidades indígenas y afroamericanas, que, en muchas ocasiones, no son tratadas con dignidad e igualdad de condiciones; muchas mujeres, que son excluidas en razón de su sexo, raza o situación socioeconómica; jóvenes, que reciben una educación de baja calidad y no tienen oportunidades de progresar en sus estudios ni de entrar en el mercado del trabajo para desarrollarse y constituir una familia; muchos pobres, desempleados, migrantes, desplazados, campesinos sin tierra, quienes buscan sobrevivir en la economía informal; niños y niñas sometidos a la prostitución infantil, ligada muchas veces al turismo sexual; también los niños víctimas del aborto. Millones de personas y familias viven en la miseria e incluso pasan hambre… quienes dependen de las drogas, las personas con capacidades diferentes, los portadores y víctima de enfermedades graves como la malaria, la tuberculosis y VIH - SIDA, que sufren de soledad y se ven excluidos de la convivencia familiar y social (…) También los ancianos, que además de sentirse excluidos del sistema productivo, se ven muchas veces rechazados por su familia como personas incómodas e inútiles (…).”

32. La vida se ve impedida por diversas formas. Como nos señala el Concilio Vaticano II: “Todo lo que se opone a la vida, como los homicidios de cualquier género, los genocidios, el aborto, la eutanasia y el mismo suicidio voluntario; todo lo que viola la integridad de la persona humana, como las mutilaciones, las torturas corporales y mentales, incluso los intentos de coacción psicológica; todo lo que ofende a la dignidad humana, como las condiciones infrahumanas de vida, los encarcelamientos arbitrarios, las deportaciones, la esclavitud, la prostitución, la trata de blancas y de jóvenes; también las condiciones ignominiosas de trabajo en las que los obreros son tratados como meros instrumentos de lucro, no como personas libres y responsables; todas estas cosas y otras semejantes son ciertamente oprobios que, al corromper la civilización humana, deshonran más a quienes los practican que a quienes padecen la injusticia y son totalmente contrarios al honor debido al Creador “.

33. En Costa Rica, en los últimos años, algunos grupos de presión, personas y sectores de la sociedad civil, apoyados, no pocas veces, por capitales extranjeros y con la cooperación de algunos medios de comunicación locales, el propio Ministerio de Salud, e incluso, varios diputados y diputadas de la República, han promovido legislaciones contrarias a la vida, antirreligiosas y específicamente anticristianas, que contribuyen a difundir una mentalidad antinatalista mal entendida como “derecho humano”, como signo de progreso y de conquista de libertad, además de una visión equívoca sobre el matrimonio y la familia. “¡Ay, de los que llaman al mal bien, y al bien mal!; que dan oscuridad por luz, y luz por oscuridad”.

34. De manera categórica, hemos denunciado, sobre todo en las últimas legislaturas, la promoción de proyectos de ley que se alejan de los principios fundamentales consagrados en nuestra Carta Magna, en cuanto al reconocimiento de la inviolabilidad de la vida humana y el valor del matrimonio y la familia, como elemento natural y fundamento de la sociedad , mediante leyes que persiguen legalizar las uniones civiles entre personas del mismo sexo y otorgarles los mismos derechos del matrimonio.

35. Conviene recordar las palabras de Benedicto XVI: “(...) parecen peligrosos y contraproducentes los proyectos que pretenden atribuir a otras formas de unión reconocimientos jurídicos impropios, terminando inevitablemente por debilitar y desestabilizar a la familia legítima fundada en el matrimonio.” “En estas situaciones la conciencia, a veces arrollada por los medios de presión colectiva, no demuestra suficiente vigilancia sobre la gravedad de los problemas que están en juego, y el poder de los más fuertes debilita y parece paralizar incluso a las personas de buena voluntad.”

36. Igualmente, en cuanto a la protección del derecho a la vida de los que van a nacer, recordamos que “la tutela del bien fundamental de la vida humana y del derecho a vivir forma parte esencial de las obligaciones de la autoridad”. “Cuando una sociedad se encamina hacia la negación y la supresión de la vida, acaba por no encontrar la motivación y la energía necesaria para esforzarse en el servicio del verdadero bien del hombre”. Al aceptar que se violen los derechos del más débil, aceptamos, también, que la irracional fuerza prevalezca sobre el derecho.

37. La comunidad política que se precie de buscar el bien común, debe excluir de sus tesis la legalización de la muerte directa de una criatura en el propio seno de la madre. De lo contrario, se contradice todo objetivo por la grave injusticia que supone legitimar la muerte de aquellos a quienes el Estado debe servir, respetar y proteger. Aún más, “los políticos y los legisladores católicos, conscientes de su grave responsabilidad social, deben sentirse particularmente interpelados por su conciencia, rectamente formada, para presentar y apoyar leyes inspiradas en los valores fundados en la naturaleza humana”.

38. Ante este hecho, instamos a todos los ciudadanos, y muy especialmente a los cristianos, a consultar y examinar a fondo los contenidos sobre matrimonio, familia y vida humana en los distintos programas de gobierno de los aspirantes a la Presidencia de la República y de quienes anhelan una curul en el Congreso u otro cargo público. De hecho, invitamos a los ciudadanos para que, en los partidos promuevan políticas familiares auténticas, que respondan a los derechos de la familia como sujeto social imprescindible.

39. Quien aspire a un puesto de representación, debe recordar que su misión es, justamente, “representar” a los ciudadanos en los temas contingentes y no la de actuar, arbitrariamente, en contra de quienes, con su voto, los eligieron para ser representados. El papel de la autoridad es ordenar la comunidad política y realizar la función de síntesis y mediación, con vistas al bien común, atendiendo a los fines de ésta y no a sus conveniencias electoralistas o populistas.

40. Por otra parte, una justa concepción de la vida como eje fundamental del verdadero desarrollo no puede prescindir de consideraciones relativas a los deberes que nacen de la relación del hombre con el ambiente natural: “Éste es un don de Dios para todos, y su uso representa para nosotros una responsabilidad para con los pobres, las generaciones futuras y toda la humanidad.”

41. Solicitamos, a los ciudadanos y las ciudadanas, estudiar, con responsabilidad moral, los modelos económicos y sociales impulsados por los distintos partidos, de manera que cuestionen la promoción de aquellos que pregonan el desmedido afán por la riqueza y la actitud depredatoria y egoísta hacia la naturaleza, por encima de la vida de las personas, los pueblos y nuestra soberanía.

42. Exhortamos, igualmente, a los políticos, para que en un país cuya imagen ante el mundo se proyecta en la defensa de la naturaleza, se implemente un modelo de desarrollo alternativo, integral solidario y sostenible, basado en una ética que incluya la responsabilidad por una auténtica ecología natural y humana, que se fundamenta en el evangelio de la justicia, la solidaridad y el destino universal de los bienes, donde se supere la lógica utilitarista e individualista… No podemos dejar de denunciar que en Costa Rica “existe una noción de dominio de la tierra entendido como productividad a toda costa, a cualquier precio, y otra opuesta, como ‘comunión con la creación’. La aceleración cruel del proceso de producción y la falta de respeto hacia los ritmos y las exigencias de nuestra ‘casa’, hace que el hombre, de señor y dueño, pase a ser su víctima”.

V- NUESTRAS OBLIGACIONES CON LA PATRIA


43. Al Tribunal Supremo de Elecciones:

Reconocemos en el TSE su capacidad en la organización de los comicios, en la lucha por la igualdad básica de condiciones para todos los candidatos y partidos políticos y en la protección y defensa de la institucionalidad electoral. A la vez, lo estimulamos a prestar gran atención a la educación cívica y política, que hoy es, particularmente, necesaria para el pueblo y, sobre todo, para la juventud, a fin de que todos los ciudadanos puedan cumplir su misión en la vida de la comunidad política y social.


44. A los partidos políticos

Los partidos, como instrumentos fundamentales para la participación política, son importantes en nuestro sistema democrático, en cuanto desempeñan la misión de interpretar y manifestar las aspiraciones de la sociedad civil . Con respeto, les recordamos a sus dirigentes la necesidad de democratizar los partidos en su funcionamiento y estructura interna y, paralelamente, cultivar un espíritu de servicio, renovando los principios e ideales que originaron su creación y desarrollo, para que se conviertan en una contribución positiva a la solución de los problemas económicos y sociales de Costa Rica.

45. A los cristianos en la vida política

“Si muchas de las estructuras actuales generan pobreza, en parte se ha debido a la falta de fidelidad a sus compromisos evangélicos de muchos cristianos con especiales responsabilidades políticas, económicas y culturales.” El sarmiento, injertado en la vid que es Cristo, siempre da buenos frutos. Así se evita la ruptura entre la fe y la vida. Por eso, como a verdaderos discípulos de Cristo, les pedimos que “luchen con integridad moral y con prudencia contra la injusticia y la opresión, contra la intolerancia y el absolutismo de un solo hombre o de un solo partido político; conságrense con sinceridad y rectitud, mas aun, con caridad y fortaleza política, al servicio de todos.”

Les exhortamos a ser fieles a su conciencia cristiana, que les pide la promoción de la dignidad de la persona y el respeto a la vida en todas sus etapas.

Al mismo tiempo, existe la urgente necesidad de crear en la Iglesia espacios de formación para los fieles laicos que participen en la política y poner en práctica la enseñanza del Magisterio, que nos subraya que: “Para que los laicos puedan realizar activamente este noble propósito en la política (es decir, el propósito de hacer reconocer y estimar los valores humanos y cristianos), no bastan las exhortaciones, sino que es necesario ofrecerles la debida formación de la conciencia social, especialmente en la doctrina social de la Iglesia, la cual contiene principios de reflexión, criterios de juicio y directrices prácticas.”

46. A los electores

Elegir a los futuros gobernantes es un acto de grave responsabilidad, que requiere el conocimiento de las propuestas y el pleno ejercicio de la libertad del votante. Si bien el impacto de la desafección causado por importantes sectores de la clase política, sumado a los juicios mediáticos, sigue alimentando el desaliento de la abstención, no por ello debemos renunciar a un derecho adquirido con alto precio: “Las acusaciones de arribismo, de idolatría del poder, de egoísmo y corrupción que con frecuencia son dirigidas a los hombres del gobierno, del parlamento, de la clase dominante, del partido político, como también la difundida opinión de que la política sea un lugar de necesario peligro moral, no justifican lo más mínimo ni la ausencia ni el escepticismo de los cristianos en relación con la cosa pública”. Por esto, pedimos, a las y los ciudadanos para que, después de una correcta información y un claro discernimiento, ejerzan su derecho al voto de forma crítica, inteligente y madura.

47. “Tenemos un alto porcentaje de católicos sin conciencia de su misión de ser sal y fermento en el mundo, con una identidad cristiana débil y vulnerable”. Ante esta constatación, les recordamos a los ciudadanos que confiesan nuestra fe que la identidad del católico no es un dato marginal que se diluye en el ejercicio de la ciudadanía, por lo que, consecuentemente, nos obliga a asumir que la fe cristiana tiene implicaciones ineludibles en el terreno de la moral política y social.

48. A nuestros sacerdotes

A nuestros más cercanos colaboradores, los invitamos a asumir la tarea de la formación de la conciencia de los fieles laicos en los valores fundamentales de la vida cívica, a respetar en todo los derechos políticos de la ciudadanía, a cuidarse de no identificarse en público con posiciones partidistas; antes bien, a fortalecer en los distintos espacios pastorales la participación ciudadana y a promover, de manera respetuosa, la convivencia fundada en el respeto a la dignidad humana.

49. A nuestros agentes de pastoral

Queremos que estas reflexiones alcancen particularmente a las bases sociales y eclesiales, allí donde la Iglesia, de manera solidaria y eficaz, hace presencia. Por lo que pedimos a los agentes de la Pastoral, aprovechar este instrumento como otro recurso de formación de los fieles laicos católicos para que participen en la vida política con ideas claras y con convicciones fuertes y, a la vez, promuevan “una labor educativa, destinada a derrotar la imperante cultura del egoísmo, del odio, de la venganza y de la enemistad, y a desarrollar a todos los niveles la cultura de la solidaridad”.

VI. Conclusión:

50. Como Pastores del Pueblo de Dios, impulsaremos una campaña de oración por nuestra Patria, por nuestros gobernantes y por quienes aspiran a serlo, para que la participación ciudadana en el actual proceso electoral redunde en el fortalecimiento de nuestro sistema democrático.

Invocamos el auxilio del Señor y la protección maternal de la Santísima Virgen María, bajo la advocación de Nuestra Señora de los Ángeles, para que los costarricenses nos comprometamos a construir, con verdad, libertad, justicia y amor, la Costa Rica que todos anhelamos.

Dado en la Sede de la Conferencia Episcopal de Costa Rica, el día 1.° de octubre de 2009.

Monseñor Hugo Barrantes Ureña
Arzobispo Metropolitano de San José
Presidente de la Conferencia Episcopal
de Costa Rica

Monseñor Guillermo Loría Garita
Obispo diocesano de San Isidro
de El General
Vicepresidente de la Conferencia Episcopal
de Costa Rica

Monseñor Óscar Fernández Guillén
Obispo diocesano de Puntarenas
Secretario General

Monseñor José Rafael Quirós
Obispo diocesano de Limón

Monseñor Osvaldo Brenes
Obispo diocesano de Ciudad Quesada

Monseñor José Francisco
Ulloa Rojas
Obispo diocesano de Cartago

Monseñor Ángel Sancasimiro Fernández
Obispo diocesano de Alajuela

Monseñor Vittorino
Girardi Stellin
Obispo diocesano de Tilarán

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